jueves, 8 de noviembre de 2018

¿Qué hemos aprendido de las lecciones de la gran recesión?

La profesora Laura Veldkamp[1] encuentra evidencia de que el mercado no olvidará la crisis de 2008.
  
Diez años después de la crisis financiera, persisten muchas preguntas respecto a si las lecciones de la Gran  Recesión de 2008 han sido olvidadas.
    
El ex jefe de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y los ex secretarios del Tesoro, Henry Paulson y Timothy Geithner, advirtieron recientemente sobre el rápido aumento de la deuda de  los E.E. UU. La semana pasada, cuando las acciones estadounidenses alcanzaron un récord histórico en el camino hacia establecer el récord del mercado alcista más largo de la historia, las preocupaciones de una burbuja de capital alimentada por dinero barato han aumentado.

Pero antes de convertir todo su dinero en oro, considere este contrapunto de la profesora de finanzas Laura Veldkamp: “Las tasas de interés de los activos seguros se han mantenido persistentemente bajas durante la última década, posiblemente porque la recesión ha cambiado radicalmente la forma en que pensamos acerca de las crisis financieras”. Su nuevo documento de trabajo, “The Tail that Keeps the Riskless Rate Low”, en coautoría con Julian Kozlowski y Venky Venkateswaran de la Universidad de Nueva York, sostiene que esta percepción arraigada del riesgo,  continuará reduciendo las tasas de interés durante al menos otra década.

"Saber que una crisis es posible influye en la evaluación del riesgo durante muchos años", escriben los profesores en el documento, que se encuentra en revisión en el Journal of Political Economy.

Veldkamp, ​​quien recientemente se unió a la escuela de negocios de Columbia, ofrece una analogía para explicar el entorno actual de riesgo financiero. Imagina que estás lanzando un dado. Has visto los números uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis; luego, determinas que es un dado de seis caras. Entonces, un día sacas un siete, esto fue la Gran Recesión.

"Algo que pensamos que no estaba en el ámbito de la posibilidad simplemente se materializó", menciona Veldkamp. "Mucho después de lo que desencadenó la crisis financiera, el conocimiento de que esto era un hecho que podría suceder otra vez, ocacionó temor, una aversión al riesgo adicional, una precaución agregada en el comportamiento de las personas que puede persistir durante una generación".

Esta mayor sensibilidad al riesgo,  es la razón por la cual los inversionistas han preferido activos más seguros, desde la caída del mercado; por ejemplo, si la casa de alguien se quema es probable que sus habitantes se vuelvan más cautelosos respecto de la  prevención de incendios. En economía, esta idea se denomina "riesgo de cola" o la posibilidad de que algo con poca probabilidad pueda suceder. Las crisis "engordan las colas", lo que significa que aumentan el riesgo percibido por una crisis repetida.

Como ejemplo de cómo el riesgo de cola posterior a la crisis sigue siendo alto, Veldkamp y sus colegas se centraron en las tasas de interés de los activos seguros. Cuando los inversores ven un mayor riesgo de crisis, es más probable que busquen un activo seguro, como una garantía del Tesoro de los EE.UU., lo que genera una mayor demanda y, por lo tanto, una tasa de interés más baja. Las llamadas tasas sin riesgo cayeron después de 2007 y han permanecido anormalmente bajas en comparación con las tendencias de los últimos 70 años, que los autores atribuyen a los cambios en el valor de la seguridad y la liquidez.

Para explicar este "riesgo de cola" persistentemente alto, Veldkamp y sus colegas desarrollaron un modelo matemático que explica este cambio posterior a la crisis y predice que el mayor riesgo de cola se asociará con una caída del 1.45 por ciento en las tasas de interés de los bonos del gobierno a largo plazo. Dos décadas después de la crisis de 2007-2008, según este modelo, las tasas de interés estarían uno por ciento más bajas de lo  estimado, debido simplemente al riesgo percibido de otra crisis.

"Los eventos extremos, como las crisis recientes, son extraños por lo tanto, conducen a cambios significativos en la creencia de estas duran más que los eventos", escriben los autores. “... Las creencias de eventos raros son más persistentes porque los datos de eventos raros son escasos. Se requieren muchas observaciones de un evento raro para convencer a un observador de que este  evento es mucho más extraño de lo que se temía".

Detrás de todas las matemáticas en el modelo de Veldkamp hay una idea simple, que se ilustra con una historia en el aula. Veldkamp ha enseñado economía macro global durante 15 años, y hasta 2008, sus estudiantes no querían estudiar la Gran Depresión o aprender acerca de las corridas bancarias porque era una "historia antigua" y las economías desarrolladas supuestamente habían resuelto esos problemas. Luego, la crisis de las hipotecas de alto riesgo se convirtió en una crisis bancaria internacional con el colapso de la financiera Lehman Brothers.

Después de 2008 afirma Veldkamp, ​​que recibió un par de correos electrónicos de antiguos alumnos que decían: “No pensé que valiera la pena estudiar esto, luego vi un banco y entendí la magnitud de la crisis, es decir: la vi pasar ''.

"Hubo eventos que la gente no creía que fueran posibles", dice Veldkamp, sin embargo: “Los vieron pasar".

     Fuente: Columbia Bussines School, 27/08/2018
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[1] Laura Veldkamp es profesora de finanzas en la Escuela de Graduados en Negocios, por la Universidad de Columbia y coeditora del Journal de Teoría Económica.


viernes, 27 de marzo de 2015

Entrevista a Thomas Piketty

Thomas Piketty es un economista sui generis. No sólo es uno de los estudiosos más avezados de la distribución de la riqueza en el mundo en el siglo XXI, sino que también es un economista que se apoya en las obras de ficción de escritores como Honoré de Balzac, Jane Austen y Carlos Fuentes, para entender y dar a entender a sus lectores, de manera más sencilla, temas cruciales como la lucha de clases, la pobreza, el poder del dinero, las desigualdades económicas, los patrones de acumulación de riqueza y una base de datos económicas única en su tipo.

Su mirada es amplia; él querría conocer los datos fiscales de todos los países para ver la equidad en la riqueza a nivel mundial. Ha conformado una base de datos económicos de más de 20 países sobre la que se sustenta El capital en el siglo XXI, el libro con el que ha alcanzado altas ventas en Europa y Estados Unidos y que lo trajo a México la semana pasada para participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y señalar que en la política fiscal de nuestro país hay demasiada opacidad y que los ciudadanos deben exigir mayor transparencia.

El economista francés que en 2012 fue nombrado por la revista Foreign Policy como uno de los “100 pensadores globales más influyentes” y que en 2013 recibió el premio Yrjö Jahnsson de la European Economic Association que se otorga cada dos años a un economista europeo menor de 45 años, ha dedicado más de 15 años a conformar una base de datos fiscales de naciones desarrolladas como Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Japón, Reino Unido y Suecia.

En su visita a Guadalajara, Piketty dijo que México necesita una política tributaria más progresiva con tasas más altas para la gente más rica y que se requiere reducir los impuestos en consumo a la clase media. En entrevista exclusiva con Confabulario, el famoso autor del libro que el mes pasado ha puesto a circular en español el Fondo de Cultura Económica en Argentina, Colombia, España y México, dijo que El capital de Karl Marx es más difícil de leer, pero El capital en el siglo XXI es más sencillo: “Es un libro de historia más que de economía, una revisión de lo que sucedió en los últimos tres siglos, contiene muchos datos históricos. Con medio siglo de experiencia he tratado de ofrecer una visión y evidencia histórica para entender los retos económicos que tenemos hacia el futuro”.

—Dice usted que la situación actual es semejante a la del siglo XIX. Los ricos son más ricos y su riqueza crece más rápido, ¿no significa eso un retroceso?

—Sin duda, estamos en una situación mucho mejor que en el siglo XIX. Los estándares de vida han mejorado, pero necesitamos avanzar en términos democráticos para evitar que las recesiones y crisis económicas. Algo que sí es igual al XIX es que todavía hay un gran desigualdad económica, a pesar de los beneficios que nos ha dado la globalización. Esa ha sido una preocupación de los economistas en el XIX y también la tenemos los del XXI. Esto para nada significa que tenga que acabarse la propiedad privada o el capitalismo, pero hay que hacer algo por el bien común.

—¿Qué hace falta?

—La transparencia es fundamental. Si las sociedades no tienen transparencia y más información sobre la economía, es muy difícil confiar en los gobiernos. Si queremos que la clase media pague para tener acceso a servicios es importante convencerlos de que los ricos tienen que pagar más impuestos que ellos. También es necesario que haya más eficiencia en la gestión de los gobiernos. En América Latina es muy complicado tener acceso a los datos fiscales, así que no podemos saber cómo se desenvuelven los diferentes grupos sociales en términos económicos.

—Aun cuando el libro incluye una amplia base de datos, el mundo es sumamente diverso.

—Cada país tiene diferentes problemas que resolver. En cierta manera, intento tener un nacionalismo intelectual. Por supuesto, los problemas de México y de Francia son muy distintos y los tenemos que resolver de manera específica, pero siempre hay mucho que aprender al mirar ejemplos de otros países. Tenemos que encontrar mejores soluciones con base en una revisión histórica y comparaciones internacionales como las que yo proveo en este libro.

—¿Qué puede hacer el ciudadano común y corriente para ayudar a enfrentar las diferencias entre ricos y pobres?

—No hay que dejar los problemas económicos a los economistas porque le pertenecen a todos. A menudo los economistas pretenden que la ciencia es muy sofisticada. Eso no es cierto. Al mismo tiempo, es muy cómodo para los ciudadanos decir “no entiendo”, “no tengo ninguna opinión”, pero no puede ser así. Para tener un mejor gobierno se requiere entender que la situación es de todos, ejercer presión y participar en la elección de los gobernantes, exigir una mejor política fiscal, para lo cual se necesita ir más allá de los aspectos técnicos de la economía. Esto hará que los ciudadanos normales se unan a las políticas económicas de gobierno. Con este libro intento hacer una democratización de estos tópicos.

—¿Este podría ser el momento del cambio, de alcanzar en lo posible la igualdad económica?

—Vivimos en un momento en que podemos lograr que la pobreza desaparezca. Hay un alto desarrollo tecnológico y podemos utilizarlo para erradicar la pobreza, pero también esta época tiene una desigualdad tremenda y los productos internos brutos son muy diferentes. México es un muy buen ejemplo: hay millones de pobres, pero también tienen al hombre más rico de todo el mundo; así es nuestra época. Necesitamos encontrar un balance.

—¿Quiénes deberían de ser los lectores de su libro?

—La gente normal. No escribes un libro para los políticos, sino para todos los que leen. Si los políticos leen libros está perfecto, pero no creo que los políticos lean libros. Lo fundamental para mí es que el debate político sea democrático y que la opinión pública se involucre en estos temas.

—En México hay graves problemas de educación…

—México tiene que alcanzar a otros países desarrollados, pero también debe luchar con la desigualdad y esto requiere inversiones más igualitarias y que involucren a toda la gente. Sólo esto va a reducir la desigualdad. La educación es muy importante, el mercado laboral también, pero el sistema fiscal en México es muy desigual y tiene muchas aristas que fallan: hace que la clase media pague demasiados impuestos y la clase alta no pague tantos impuestos como debería. Hoy en día la clase media paga un impuesto muy alto por la luz o al hacer las compras, pero si tienes una herencia de millones de pesos no pagas ningún impuesto; esto genera un enorme boquete económico. Todas estas políticas tienen que ser mejoradas y así se traerá un mayor equilibrio.

—Usted cita obras de Balzac, de Austen, de Carlos Fuentes. ¿La literatura es una herramienta para entender las desigualdades económicas?

—Las novelas son un medio muy poderoso. Tiene menos poder un escritor de economía que un escritor de ficción. Las novelas dan diferentes perspectivas, ayudan a comprender la política económica en general: el trabajo, las diferentes relaciones entre los trabajadores. Carlos Fuentes me ha ayudado a entender la situación económica en México: él trató la diferencia de clases y el poder de los políticos. Esto es parte de mi perspectiva, es parte de la dinámica de la desigualdad: el saber cómo las políticas se deciden a través de las instituciones y que muchas veces no son colectivas.

—¿Cómo le sienta el éxito?

—Me hace muy feliz que mucha gente lea libros a los que usualmente no se acerca porque son muy extensos, con muchos cuadros económicos. El hecho de que se entienda me complace mucho; parte del éxito del libro viene de que lo lee más y más gente que quiere generar su propia opinión para no dejar las decisiones ni las opiniones a los economistas. El libro hace la economía más accesible y da una perspectiva económica para que la gente entienda. Espero que quienes lo lean en México tengan muchos debates y discusiones sobre el tema.


Fuente: Confabulario segunda época del Universal.

martes, 14 de octubre de 2014

Premio Nobel de economía 2014 para Jean Tirole

El economista francés Jean Tirole de la Universidad de Toulouse en Francia, fue galardonado con el premio nobel de economía 2014 por sus investigaciones sobre la regulación del mercado. La Real Academia Sueca de Ciencias en su página Web señala lo siguiente.
Jean Tirole es uno de los economistas más influyentes de nuestro tiempo. Ha hecho importantes contribuciones a la investigación teórica en una serie de áreas, pero sobre todo ha estudiado la manera de entender y regular las empresas de firmas poderosas. 
Muchas firmas están dominadas por un mínimo número de grandes empresas o por un monopolio. Estas empresas no están reguladas y los mercados producen resultados socialmente inaceptables, promoviendo precios más altos que los calculados en los costes. También hay empresas improductivas que sobreviven por medio del bloqueo a la entrada de nuevos competidores. 
Desde mediados de la década de 1980 y en adelante, Jean Tirole,  ha impulsado nuevas ideas a la investigación sobre los fallos de mercado. Tirole analiza las empresas con poder de mercado, proponiendo una teoría unificada con fuerte influencia en cuestiones centrales de política: ¿cómo deben los estados regular respecto a fusiones o cárteles de firmas? ¿cómo el estado debe regular los monopolios? 
Anteriormente, investigadores y políticos buscaron principios generales para regular todas las industrias. Ellos defendían reglas de política, como, la limitación de los precios monopolistas y la prohibición de la cooperación entre competidores; al mismo  tiempo que se permitía la cooperación entre empresas con diferentes posiciones en la cadena de valor.  
Tirole demostró teóricamente que estas reglas pueden funcionar bien en ciertas condiciones, pero  causaban más daño que  beneficio a la comunidad. Los precios máximos que pueden ofrecer las empresas dominantes son gran motivo para reducir costos - una cosa positiva para la sociedad - pero también, permiten ganancias excesivas - algo malo para la sociedad.  
La cooperación para la fijación de los precios dentro de un mercado suele ser perjudicial, pero la cooperación en materia de patentes, puede beneficiar a todos. La fusión de una empresa y su proveedor, no solo  puede fomentar la innovación, sino que también crea una falsa expectativa de la competencia. Por ello, la mejor regulación o la política de competencia debe adaptarse cuidadosamente a las condiciones específicas de cada industria. 
En una serie de artículos y libros, Jean Tirole ha presentado un marco general para el diseño de dichas políticas, que se aplican a un conjunto de industrias diversas, desde las telecomunicaciones hasta la banca. Sobre la base de estos nuevos conocimientos, los gobiernos pueden promover que las grandes empresas sean más productivas y, al mismo tiempo, evitar que causen daño tanto a los competidores como a los clientes.
A diferencia de otros autores, como Engle y Granger (2003) o Hansen (2013), quien ganó el premio por el desarrollo de nuevos métodos econométricos,  poco ortodoxos; se puede entender fácilmente, la investigación de Tirole, la cual tiene implicaciones directas en cuestiones de política económica. 

En particular, sus ideas sobre la forma de regular las industrias dominadas por una sola gran empresa, están ayudando a producir estrategias para prevenir que algunas empresas, por ejemplo, tengan gran  participación en el mercado de buscadores de Internet y se comporten como monopolios. 

Para aquellos lectores que deseen un mejor acercamiento en la investigación de Jean Tirole, pueden consultar el siguiente enlace: http://idei.fr/vitae.php?i=3


Fuente: Redacción y traducción  propia:    http://www.economist.com/

jueves, 2 de octubre de 2014

Poder y  Abundancia por O´Rourke y Findlay (2009)El comercio, la guerra y la economía mundial en el segundo milenio 

La siguiente reseña se refiere a un libro que estuve estudiando durante una estancia de investigación que realice en el colegio mexiquense en 2013.
El comercio internacional ha dado forma al mundo moderno, sin embargo hasta ahora ningún libro que explore la historia de la economía internacional desde sus inicios  hasta la época actual ha estado disponible para los economistas y los lectores en general. 
Poder y abundancia llena este vacío, proporcionando una  historia completa del comercio mundial y el desarrollo del último milenio.
Ronald Findlay y Kevin O'Rourke examinan las tendencias cíclicas de la globalización y la desglobalización mundial en el último milenio, a través de causas tecnológicas y políticas de  largo plazo.  
Estos autores  también muestran  cómo la expansión y la contracción de la economía mundial se ha vinculado directamente a partir de la interacción de dos factores: el comercio y la geopolítica, donde en el muy largo plazo la guerra y la paz han sido aspectos determinantes del comercio internacional. 
Findlay y O'Rourke demuestran las estrechas interrelaciones entre el comercio y la guerra, la interdependencia de las diferentes regiones del mundo y el papel fundamental que estos factores tienen en la explicación del crecimiento económico moderno.
Poder y abundancia es una lectura obligada para quien esté interesado en adentrarse en los orígenes de la economía internacional actual, conocer las fuerzas que la definen y entender los desafíos económico-políticos que enfrentaran los tomadores de decisiones en el siglo XXI.
Para un mayor acercamiento en estos temas, puede consultar.
Power and Plenty: Trade, War, and the World Economy in the Second Millennium
Ronald Findlay & Kevin H. O'Rourke

e-Book ISBN: 9781400831883  



viernes, 21 de octubre de 2011

El Premio Nobel de Economía 2011 para los académicos estadounidenses Sargent y Sims

Los economistas Thomas Sargent y Christopher Sims han sido galardonados con el Nobel de Economía 2011 por sus estudios sobre cómo en base a datos empíricos se afectan las decisiones políticas en la macroeconomía, un tema muy presente en la actualidad por el debate en torno a qué pueden hacer las administraciones para superar la crisis de las grandes potencias desarrolladas.

Sargent, nacido en 1943 en Pasadena, ejerce en la Universidad de Nueva York mientras Sims, que nació en 1942 en Washington, trabaja en la Universidad de Princeton. Entre los dos tendrán que repartirse el premio de 10 millones de coronas suecas, alrededor de 1,1 millones de euros- que la Academia Real sueca concede a los ganadores, que aunque nunca han trabajado juntos, han desarrollado todo un un campo de investigación. 

El economista Sims, que ha asegurado que no se esperaba el premio "en absoluto", ha destacado que los "métodos" desarrollados por su colega Sargent y por él "son esenciales para encontrar la salida a este lío", en referencia a la crisis económica.

Una familia está estudiando cambiar de casa, pero hay expectativas de que el banco central de turno va a subir las tasas de interés en breve. Entonces, ¿en qué grado afecta esta previsión a la decisión que vaya a tomar la familia y en qué medida el banco central tendrá en cuenta las decisiones de las familias y empresas para decidir su tipo de política? Esta es la pregunta a la que da respuesta Sargent a partir de un modelo matemático creado en base a datos históricos y en el que cobran especial importancia las expectativas como generador de los cambios.

La clave de los estudios del profesor de Nueva York es que ha sabido identificar la relación recíproca entre las decisiones políticas y los factores imprevistos de forma empírica recurriendo a datos históricos. Esto es vital ante la imposibilidad de realizar experimentos controlados, ya que no se pueden establecer al azar las decisiones que tomarán los Gobiernos en un futuro.

Pero, ¿qué pasa cuando no se tienen a mano los datos necesarios para completar el modelo o no están disponibles?. Ahí entran en juego los trabajos de Sims. Este economista destaca por haber creado en 1980 un sistema capaz de identificar los acontecimientos o shocks fundamentales, que son los que suceden de forma independiente al resto, de aquellos que vienen derivados de un shock previo. Por ejemplo, cuando un banco central modifica los tipos de interés por decisión propia o para hacer frente a un repunte en la inflación o un auge del paro.

Las herramientas estadísticas creadas por Sims son fundamentales para que las autoridades monetarias tomen hoy en día sus decisiones sobre los tipos de interés y sirven de base a los ministerios de Economía para calcular el impacto que tendrán los recortes de gasto o aumentos en la inversión pública con vistas a reactivar el crecimiento.

Según explica la Real Academia sueca, el sistema económico actual se ve condicionado por dos tipos de elementos: unos imprevistos, como un rápido encarecimiento del petróleo, la decisión de un determinado banco central de subir los tipos de interés o un descenso súbito en el consumo de los hogares. Al mismo tiempo, la economía también se ve afectada por decisiones realizadas a más largo plazo como las derivadas de una política de austeridad o aquellas que surgen de la necesidad de atajar las presiones inflacionistas. 

Aunque ambos factores se retroalimentan mutuamente por aquello de las expectativas, tal y como los dos premiados destacan tanto por lo que respecta a generar efectos imprevistos como en la toma de decisiones sobre política económica.

"Una de las principales tareas de la investigación económica es comprender como estos factores imprevistos y la política afectan a las variables macroeconómicas -inflación y Producto Interior Bruto, principalmente- en el corto y largo plazo", argumenta el comunicado. También resalta que las contribuciones de Sargent y Sims a estos efectos son "indispensables" y que sin ellos no se entendería la investigación macroeconómica moderna. 

Aunque no han trabajado solos en este tema. "Cualquiera que consiga el premio Nobel tiene que sentirse un poco avergonzado de haber sido elegido cuando hay tantas personas que han contribuido", ha admitido Sims.

Fuente: El País, Madrid
             20102011

jueves, 16 de junio de 2011

El Polémico Gary Becker

En una entrevista reciente para el encuentro empresarial de Enade, el destacado premio nobel de economía, habla de capital humano, libre mercado y  legalización de drogas.

Gary Becker a sus  77 años está muy consciente de todo lo que dice, siendo uno de los académicos más respetados en Estados Unidos y el mundo. Cuando Becker analiza el tema feroz del crimen asociado a la droga, no tiene reparos en afirmar que la única salida posible es la legalización. Becker llega a esa conclusión no por  mera  “corazonada”, sino por la capacidad de análisis, estudio, creatividad e inteligencia que le valió el premio Nobel de Economía en 1992. 

Tal vez haya  influido que Becker vivió en Chicago, ciudad fuertemente marcada por la prohibición del licor en los años 30 y que produjo las feroces mafias que se recuerdan hasta hoy, además obviamente, de que no puede negar el alma mater libertaria de la Universidad de Chicago, donde fue alumno de profesores de la talla de Milton Friedman y Theodore Schulz mientras hacía el doctorado en economía y donde imparte clases hasta hoy.

En sus comienzos, el trabajo de Becker sufrió la resistencia de los economistas más tradicionales por que abordaba temas que hasta entonces eran propios de la psicología y la sociología. De hecho, él mismo llegó a decir que “durante treinta años no fui percibido como un verdadero economista”. Sin embargo, con el tiempo –y principalmente gracias a los economistas más jóvenes– sus análisis comenzaron a entusiasmar a muchos. El tema del capital humano, resumido en un libro con ese nombre que se publicó en 1964 y que es un clásico en economía, sugiere que una fuerza de trabajo bien entrenada es un activo importante para un país, por que la capacitación de los trabajadores aumenta la capacidad productiva de la fuerza laboral. Asimismo, recomendó la eliminación del salario mínimo para incentivar la contratación de un mayor número de desempleados.

Lo que busca mostrar Becker es que la racionalidad económica se aplica a todos los comportamientos de las personas y de ahí que muchas de sus investigaciones causen polémica. Su trabajo sobre la legalización de las drogas, o su propuesta de vender el derecho a inmigrar mediante la subasta de visas o permisos de trabajo, son ejemplos de una mirada absolutamente libre de prejuicios a la hora de aplicar el mercado.

Sin egos de por medio, en esta entrevista  habló del modelo, de la desigualdad, de la educación y también de cómo las recetas de hace treinta años aún están vigentes.

Desigualdad y educación

-¿Qué es más grave: la brecha entre ricos y pobres, o que los pobres no tengan lo suficiente para vivir con dignidad?

-Creo que lo más importante es el nivel de ingreso de la gente más pobre. Los intelectuales siempre se preocupan más por el tema de la brecha, pero a los necesitados les inquieta mucho más saber de cuánto dinero dispondrán para comprar comida y realizar otras actividades. Por eso el desafío es proyectar un aumento en el ingreso de las personas que menos ganan. Sin embargo, pienso que dentro de una política de largo plazo lo más importante es entregar mayores recursos destinados a mejorar la calidad de educación de esas personas, porque esa es la fórmula para aumentar sus ingresos.

-El tema de la desigualdad se ha instalado muy fuerte en Chile y también en el resto de América latina. ¿Cree que tiene que ver con un mayor desarrollo o hay también factores políticos que inciden?

-Si las diferencias entre ricos y pobres aumentan porque hay más personas que están siendo educadas, o incluso porque ellos han logrado desarrollar mayores habilidades y destrezas de las que disponían anteriormente, eso tiene un buen efecto general en la reducción de la brecha. Las personas que reciben más y mejor educación entregan un retorno mucho más alto dentro de esa inversión. El problema es cuando hay mucha demanda en educación y no hay manera de satisfacerla y aquí entra también el tema de la calidad. Es obvio que este tipo de discusiones son propias de países que aspiran al desarrollo.

-¿En países en vías de desarrollo y con porcentajes todavía altos de pobreza, es aconsejable renunciar a ciertos derechos y obligaciones, por ejemplo en materias laborales o de protección al medio ambiente, hasta alcanzar un mayor crecimiento?

-En general los países más pobres son los que menos han podido desarrollar las regulaciones en este tipo de temas, ya que por lógica no pueden aspirar a proteger el medio ambiente como lo haría un país rico. Mientras más regulaciones se imponen a los países pobres, sobre todo en restricciones relativas al mercado laboral, más se perjudica a los que menos tienen.

-¿Cree que la educación es el tema más importante para el desarrollo de los países?

-Está dentro de los temas más importantes, pero no es la única cuestión clave, porque también pesa mucho lo que los gobiernos hacen o dejan de hacer, el tipo de políticas que implementan en sus programas. Dicho eso, está claro que la educación es crucial y no cualquier educación, es decir, ya no basta con que todos se eduquen algo, sino que hay que subir el nivel. No es bueno para un país tener un pequeño número de personas accediendo a una buena educación, porque si el objetivo es el desarrollo económico del país en general, la meta debería ser dar una buena educación de base para todos y esto es algo totalmente alcanzable.

-¿Cuánto tiempo le lleva a un país ver resultados concretos del cambio en educación?

-La realidad es que se pueden ver algunos resultados entre los cinco y los diez años. La educación es una inversión de largo plazo, es como construir una represa para retener agua y luego empezar un proyecto energético. Además, hay que invertir en educación desde los primeros años y no se trata de un plan inalterable, ya que debe  mejorarse  constantemente.

-¿Qué opina sobre la discusión entre educación pública versus la privada?

-Sólo el 10% de los estudiantes de Estados Unidos asisten a escuelas privadas, el resto estudia en las escuelas públicas y creo que no hay que centrar la discusión en si unas son mejores que las otras. El hecho es que las necesitamos a ambas, principalmente porque la competencia entre la educación pública y la privada mejora la calidad de todos los colegios, pero sobre todo la de los públicos, que es donde se educa la mayoría de la población. La gente rica siempre va a encontrar buenos colegios, y eso está perfecto. Pero cuando se habla de políticas educacionales se debe pensar en ayudar más a la gente pobre.

El modelo de libre mercado

-¿Cree que el modelo de libre mercado es a estas alturas una verdad instalada en el mundo?

-He viajado por casi todo el mundo y no veo ningún cuestionamiento sobre el modelo. Por cerca de 40 años, el 40% de la población mundial intentó otros modelos, y estos claramente no funcionaron, cosa que los propios socialistas y comunistas reconocieron. Los países que vienen de otras matrices fracasadas se están moviendo hacia el libre mercado, puede que con cierta oposición de algunos sectores, pero con una gran presión general por ir hacia delante. En China, por ejemplo, en algunas materias existe un mercado laboral mucho más libre que el de Estados Unidos. Lógicamente se debe adaptar a la cultura de cada sociedad, pero básicamente el modelo del libre mercado ha funcionado en casi todos los países.

-¿Cuánto Estado es tolerable en un sistema de libre mercado?

-No es fácil determinar una regla y decir cuánto, pero si hablamos de economías donde el Estado regula el mercado y aplica control de precios, no se puede hablar de un modelo de libre mercado. Tanto el World Economic Forum, como algunas fundaciones en Estados Unidos hacen análisis sobre el grado de competitividad de las economías de libre mercado en el mundo y destacan hacia dónde está inclinada la balanza, no se trata del todo o nada. En la cima están países como Estados Unidos, Hong Kong, Suiza o Singapur, y Chile está muy bien. Mientras que otros países están en la parte inferior de la lista, como Afganistán, Egipto, la mayoría de Africa, e incluso China.

-¿Cómo define el modelo chino?

-China se está moviendo hacia el modelo de libre mercado, pero aún no está ahí. Está también el tema político, porque se trata de un partido-nación, pero está bastante más democrático que cuando lo visité en 1981. La gente tiene hoy mucho menos temor de hablar.

-¿Cree que China reemplazará la hegemonía económica de Estados Unidos en la economía global?

-Hace 15 años se hablaba de que Japón reemplazaría a Estados Unidos, pero eso no sucedió. Es mucho más fácil para un país realmente pobre y con malas políticas crecer rápidamente, y China aún no es un país rico, sino un país pobre. Cuando un país se transforma en rico es cuando viene lo duro, ahí los detalles del sistema son los que afloran. Es difícil emitir este juicio.

Crimen y droga

Oír a Gary Becker hablando a favor de la legalización de las drogas es toda una experiencia. Con matrices y modelos matemáticos, cuadros explicativos y un acabado análisis económico, Becker explicó a un reducido número de invitados a un taller privado en Libertad y Desarrollo, que la única manera de combatir las drogas es legalizándolas y fijando un alto impuesto a su consumo y a los productores. Esta política, a su juicio, es mucho más eficiente que continuar prohibiendo su uso.

Becker parte estableciendo el hecho de que el 40 por ciento de los presos en cárceles federales de Estados Unidos están ahí bajo un cargo relacionado con drogas, a lo que hay que agregar la contundente y casi inapelable realidad entre la estrecha relación entre crimen y drogas. Para el Nobel de economía casi todas las drogas ilegales siguen siendo populares y siguen estando disponibles independientemente de sus precios. Legalizar el consumo eliminaría el grueso de las ganancias y la corrupción del narcotráfico.

Prueba de ello, dice Becker, es que cuando se revocó la Ley Seca en Chicago, en poco tiempo se limpió la industria licorera. La droga legalizada inhibe el narcotráfico y si bien se podría producir una disminución en el precio, se puede controlar la venta a menores a través de duros castigos, y limitando el número de locales donde se pueda comprar. El planteamiento central de Becker se basa en el hecho que desde el presidente Nixon en adelante, todos los mandatarios de Estados Unidos han anunciado una batalla frontal contra las drogas, con castigos enormes y cifras millonarias destinadas a atacar el tráfico y el consumo. Sin embargo, nadie ha logrado terminar con el flagelo, ni siquiera disminuir el consumo, aun cuando en ese país se gastan 40 mil millones de dólares al año en el combate a la droga.

-¿Si se aplica la lógica económica de los incentivos, cómo se combate el hecho de que una persona pobre puede ganar cien veces más en el mercado de la droga que con cualquier trabajo honesto poco calificado?

-Es muy difícil y por eso digo que el problema está en el tipo de políticas que se aplican en general respecto al tema. Por un lado se puede legalizar la droga y quitarle así a los productores y a los traficantes la enorme recompensa que obtienen con su venta, que es la postura que me identifica. Lo otro es seguir insistiendo con la prohibición y los castigos duros a los narcotraficantes, que no ha probado ser efectivo.

Fuente: http://www.capital.cl/