lunes, 8 de noviembre de 2010

El proyecto Fiat Lex: Derecho, Economía e Historia (Romana)

La interrogante  de sí  nuevos enfoques interdisciplinarios pueden surgir  a partir  de  metodologías existentes  es una pregunta implícita en cualquier combinatoria de líneas de investigación

El Derecho (L), La Economía (E) y la Historia (H) son  grandes referentes de  fructífera  interconexión. Al realizar algunas combinaciones entre L, E y H, es posible obtener  un conjunto extenso de enfoques interdisciplinarios.

En forma compacta utilicemos  X->Y para indicar  el estudio de Y empleando métodos de X.  Historia del Derecho (incluyendo tanto H->L  y L->H), Historia Económica (E->H) e Historia del Pensamiento Económico (H->E) son tres disciplinas  bien definidas.

Actualmente el análisis económico del derecho (E->L) ha utilizado métodos de la economía para dar a conocer los efectos conductuales de las normas jurídicas y  viceversa. En Derecho y Finanzas (L->E) se ha estudiado   las leyes como una forma de explicar el desempeño económico de los mercados.

Todas estas áreas de investigación forman  parte integral del plan de estudios de abogados, historiadores o economistas y sin duda su papel en las nuevas ideas de las ciencias sociales está fuera de cualquier cuestionamiento. Por lo tanto, parece conveniente realizar algunas combinatorias  adicionales, para explorar nuevas posibilidades en la investigación interdisciplinaria.

El proyecto Fiat Lex  tiene como objetivo considerar  las teorías desarrolladas en los ámbitos de la investigación jurídica,  historia y  economía,  cuando las preguntas relativas a abordar son  la evolución de las leyes   y   las instituciones que las formulan.

Los estudios realizados por Douglas North (North, 1990) y Avner Luto (González de Lara, Greif y Jha, 2008) despiertan el interés  por   los determinantes y efectos del cambio institucional.

El  derecho Romano  todavía es considerado como  un elemento importante (a menudo,  el más  importante) en  los sistemas jurídicos occidentales, tanto en el derecho civil como en  la tradición del derecho común.

El derecho Romano  se extiende por un período de más de mil años, y su estudio se basa en una tradición secular de atención académica. El derecho Romano es por mucho el sistema jurídico de mayor  antigüedad, el más estudiado y el mejor documentado.

Al observar la evolución de las instituciones legislativas romanas y el seguimiento de sus efectos en el producto final de la ley, se puede aprender mucho acerca del  presente.

Por un lado  (el aprendizaje sobre el pasado: L, E, H->H), el estudio económico del derecho Romano abastece  la demanda de los historiadores para esclarecer los mecanismos jurídico-económicos que operaban en el mundo antiguo (Frier y Kehoe 2007), un esfuerzo que ha demostrado ser capaz de  producir resultados notables (véase, Parisi 2001 y  Temin 2001). En este sentido, la investigación jurídica y la investigación economía se utilizan en conjunto  con otras disciplinas modernas, tales como la física, la química o la arqueología, con la finalidad   de explicar el pasado.

En cierto sentido si queremos efectuar un experimento natural sobre los diferentes modos de legislar, el derecho Romano debe utilizarse con cierta cautela,  debido a  la escasez de datos econométricamente manejables (aprender del pasado: L, E, H->L, E).

La literatura muestra  que existe  gran  demanda de  investigación  para comprender las  lecciones   del pasado y entender la compleja interacción que existe entre los principios jurídicos y los principios económicos (véase,  Hansmann, Kraakman y Squire (2006), Levmore (1986)).

 Otro aspecto  es examinar la esencia del   proceso legislativo,    para entender  que determinó la aparición de ciertas instituciones jurídicas  y cuál ha sido el impacto que  estas han tenido en el sistema legal.

Una pregunta que surge es la siguiente ¿Es posible   comparar las diferentes instituciones legislativas (por ejemplo,  tribunales y asambleas)?. En otros términos es posible afirmar  sí una institución legislativa es de alguna forma mejor que otra- y  de ser así, ¿bajo qué criterio?

Abordar estas cuestiones significa investigar si las instituciones legislativas tienen un efecto sistemático previsible en el producto de la ley y de ser  esto es afirmativo ¿qué efecto? Mirando hacia el pasado donde  distintos tipos de institución  legislativa están presentes de manera simultánea, se podrían esclarecer algunos enigmas modernos.
 
Jurisprudencia contra legislación

Por lo general la literatura relevante en derecho considera dos formas  de legislar: jurisprudencia contra legislación. Este enfoque, naturalmente, trae a la mente la dicotomía que existe entre el derecho común y las jurisdicciones del derecho civil, pero limitar el análisis a esta dicotomía, no haría justicia a la complejidad de la realidad; por el contrario, tanto el derecho común y la jurisdicción del derecho civil, adoptan una mezcla de jurisprudencia y legislación.

Una prueba de los resultados

En un estudio sobre la aparición de la forma corporativa (Abatino et al. 2009), estudian el marco jurídico que hizo  posible la  despersonalización de las empresas en la Roma antigua comparándolo  con la forma de corporación moderna.

La despersonalización de los negocios (es decir, la posibilidad de que una empresa pueda operar como una entidad separada de sus propietarios y gerentes) es un paso crucial en el desarrollo económico.

El sistema jurídico Romano desarrolló una forma temprana que despersonalizaba la entidad de la empresa-exhibiendo todos los rasgos distintivos de las corporaciones  modernas (continuidad, agencia en directo, responsabilidad limitada, y blindaje de la entidad) - por medio de la evolución de los recursos judiciales específicos en favor de los acreedores. Paradójicamente, estos remedios ampliaron la responsabilidad del paterfamilias para los contratos celebrados con sus esclavos. En contraste, la versión moderna de la forma corporativa surgió como resultado de una serie de actos legislativos entre siglos XVII y XIX.

Por otra parte, la sociedad corporativa  surgió al limitar la responsabilidad de  propietarios y gerentes. Una comparación de las versiones de la forma corporativa en lo antiguo (de facto) y en lo moderno (de iure), esclarece la relación que existe entre una institución legislativa y la normatividad  legal producida.

En particular, el análisis indica que la jurisprudencia fue capaz de producir una expansión de la responsabilidad (en el centro de la despersonalización de facto), pero no logró una reducción de está ( la despersonalización de iue), la cual se llevó a cabo mucho más tarde a través de la legislación.

Otro estudio sobre las leyes que regulan los gastos suntuarios en banquetes Romanos (dari-Mattiacci y Plisecka 2009), encuentran  que el lujo es una señal de riqueza. Se demuestra que la clase senatorial, manteniendo el poder político, promulgaba o apoyaba leyes suntuarias con el fin de restringir la señalización cuando había individuos más ricos que ellos. El patrón histórico de la legislación suntuaria entre los años 182 AC y 18 AC  puede ser explicado por medio de  los cambios en el equilibrio de poder entre la clase senatorial y la clase ecuestre que emergía  al final de la República. En este caso el enfoque del análisis se basa en  la influencia que la distribución del poder político y económico tenía sobre el funcionamiento de una Institución legislativa.

Aunque todavía hay  mucho por hacer para comprender la dinámica institucional que rige la legislación, existe una clara convergencia de intereses entre  estudiosos del derecho, economistas e historiadores, en la intersección de estas disciplinas es donde  se esperan avances en el futuro.

El proyecto Fiat Lex, está a cargo del profesor  economía y derecho en la universidad de Amsterdam: Giuseppe Dari-Mattiacci, Co director del centro para la investigación en derecho y economía, filial del Instituto Tinbergen y el Centro para el estudio del Derecho Contractual Europeo.

Fuente: Traducción propia
Tinbergen Institute Magazine Fall 2009
Las referencias bibliográficas se pueden consultar  en el documento de trabajo  original.

Enlace:

http://www.tinbergen.nl/ti-publications/previous-ti-magazine.php?year=2009

lunes, 1 de noviembre de 2010

"Al paso que vamos la próxima crisis financiera será aún peor”. Entrevista con el economista Nouriel Roubini

Nouriel Roubini es uno de los pocos que fueron capaces de anticipar esta crisis (y otras muchas que nunca llegaron a materializarse, por cierto). Polémico, poco querido en Wall Street, visionario y tremendamente pesimista -apodado Doctor Catástrofe con toda justicia-, durante años sus colegas le tildaron de loco, de agorero recalcitrante, de profeta con ínfulas. Pero acertó. Pronosticó la secuencia exacta de las mutaciones de la crisis desde el inicio. Y siguió pesimista en 2009, cuando los brotes verdes, cuando la recuperación de los mercados provocó que otros oráculos se pasaran al bando de los optimistas y perdieran sus credenciales. "No soy un pesimista: me considero un realista", asegura en una entrevista peculiar, realizada a caballo entre Washington y Nueva York. Más vale que se equivoque: "Aún no hemos salido de esta y ya viene otra crisis: la cuestión es solo cuándo".

Roubini (Estambul, 52 años) es algo parecido a una estrella de la farándula. Firma docenas de autógrafos, estuvo en la última edición del festival de Cannes por su participación en dos películas, es vecino de la actriz Scarlett Johanson en su loft de TriBeCa (Nueva York), colecciona arte, proyecta películas independientes para sus amigos y da multitudinarias fiestas que le han granjeado una merecida fama de crápula. Y trabaja a destajo: puede que nunca gane el Nobel, pero ha superado ya a Krugman en el star system de la academia por sus menciones en la prensa internacional. Cotiza al alza: viaja constantemente, se reúne con políticos, financieros y banqueros centrales de todo el mundo, es el oráculo de moda y acaba de publicar un libro excelente, Cómo salimos de ésta (Destino), en el que ajusta cuentas con los cegatos y disecciona la crisis y lo que está por venir. ¿Adivinan? Bingo: más problemas.

"Vienen años de bajo crecimiento económico por muy bien que salgan las excepcionales y en ocasiones insólitas medidas de política fiscal y monetaria que se han puesto en marcha. Vienen años dolorosos por la resaca del alto endeudamiento público y privado en el mundo rico. La buena noticia es que podemos evitar una recaída en la recesión. La mala es que no se puede hacer mucho más que eso", asegura a modo de diagnóstico general.

Roubini atendió al periódico el país hace un par de semanas  en un pasillo de la sede del Fondo Monetario Internacional, en Washington, durante apenas unos minutos. Venía de Tokio y Seúl, y tenía mucha prisa: se marchaba a Kiev y a su Estambul natal esa misma tarde. La charla se reanudó la semana siguiente, por teléfono, desde su despacho en su consultora RGE, en Nueva York. Puede que los viajes cambien el estado de ánimo de algunas gentes, pero el tono de Roubini es parecido esté donde esté: "Las crisis son animales de costumbres. Se parecen a los huracanes: actúan de manera relativamente previsible, pero pueden cambiar de dirección, amainar e incluso resurgir sin avisar. Esta fue primero una crisis financiera muy modesta, después mutó en crisis económica, más tarde fue crisis fiscal y ahora es crisis de divisas. Y esto no ha terminado: estamos justo antes de la siguiente etapa, ahora viene cuando en muchos de los países más castigados la deuda privada se convierte en deuda pública y resurgen los problemas fiscales", advierte.

¿Cómo se detiene un huracán? Roubini da una receta general: más regulación. "La banca es la semilla del problema, el ojo del huracán, y todo lo que se haga por darle una vuelta de tuerca a la regulación llegará ya demasiado tarde y será demasiado poco; y aun así hay que reconstruir los diques financieros para hacer frente a futuras crisis. Al paso que vamos la siguiente crisis financiera será aún peor que esta".

Roubini es un tipo singular, tal vez como su peripecia personal. Hijo de judíos iraníes, pasa sus primeros años en Irán y vive después en Israel (recientemente, por cierto, ha vaticinado que un eventual ataque nuclear de Israel a Irán podría complicar las cosas). Cursa sus estudios universitarios en Italia y se doctora en Harvard. Ha enseñado en Yale y sigue haciéndolo en la Universidad de Nueva York. Habla inglés, italiano, hebreo y farsi. Ha sido asesor del FMI, de la Reserva Federal y del Tesoro estadounidense con Bill Clinton como presidente. Ahora preside su propia consultora, con 80 empleados y 1.000 clientes institucionales. Pasa dos terceras partes de su tiempo en la carretera -se define como "nómada global": los tópicos no perdonan ni siquiera a los gurús- y, en términos económicos, no es ni keynesiano ni un neoliberal de la Escuela de Chicago: "Soy pragmático, ecléctico, centrista".

El Doctor Catástrofe -un supervillano de cómic creado en los años sesenta- se transformó en Roubini en 2004, cuando el economista empezó a hablar de un aterrizaje brusco de la economía norteamericana. En esa época pronosticó también una debacle del dólar -causada por los desequilibrios globales- que no se ha producido. Pero lo que le cambió la vida fue un seminario en el FMI en otoño de 2006: allí contó que venía un descalabro financiero, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en el Atlántico Norte y, en última instancia, una depresión profunda. Unos meses después, en el Foro de Davos, hizo lo mismo. Nadie le creyó. Otros muchos también acertaron: "Robert Shiller o Kenneth Rogoff, por ejemplo, pronosticaron algo parecido en varios trabajos. La diferencia es que la prensa amplificó el acierto de Roubini. Creo que se trata de un economista serio con un buen olfato", asegura el profesor Guillermo Calvo desde Nueva York. Pero esa opinión es casi una excepción.

 Un alto funcionario del FMI contaba hace unos días que en primavera de 2007, cuando nadie veía problemas, el director de Asuntos Monetarios del FMI, Jaime Caruana, citaba ya a Roubini y aseguraba que el gurú ya le había puesto cifras al agujero de la banca: un billón de dólares, poco más o menos la misma estimación que hizo inicialmente el FMI pero con varios meses de retraso. "Desde hace mucho tiempo, en economía a las trampas se les llama modelos. Roubini cree que la economía está demasiado dominada por las matemáticas. Él bebe de campos muy diferentes, con un enfoque más amplio: viaja, escucha distintos puntos de vista de primera mano, intenta ver las cosas desde distintos ángulos, y además usa esos modelos, con los que está familiarizado desde hace más de veinte años. Esa es la clave de sus aciertos", asegura el coautor del citado Cómo salimos de ésta, el historiador económico Stephen Mihm, en una conversación telefónica.

El caso es que Roubini sigue viendo el horizonte sombrío. La crisis va por barrios: "Estados Unidos está algo mejor que Europa; y la periferia de Europa peor que el centro. Y aún dentro de Europa, Grecia y algunos países del Este están peor que Irlanda y Portugal, y esos dos países tienen más problemas que España", dispara.

Sus prescripciones son distintas en unos y otros casos. "Estados Unidos tiene margen para un segundo estímulo como el que propone Obama. Y su banco central está haciendo los deberes. Pero a la larga no podrá mantener su déficit fiscal: los riesgos se acumulan, y las presiones sobre el dólar dejan una especie de equilibrio del terror financiero. Estados Unidos devalúa su moneda con la política monetaria [la expansión cuantitativa: la máquina de imprimir dinero que supone la compra de deuda] y los países emergentes, empezando por China, siguen comprando bonos estadounidenses e impiden así que el dólar baje más. Hay un riesgo de crisis del dólar, como ya he afirmado en otras ocasiones, que provocaría serios problemas en todo el mundo. Pero no veo que eso vaya a ocurrir a corto plazo".

Para Estados Unidos, Roubini ve riesgos: de recaída si no se estimula la economía, de crisis del dólar -a la larga- si no se solucionan sus abultados déficits. Para Europa, ve más dificultades. Una década perdida a la japonesa o incluso algo peor: una espiral parecida a la que sufrió Argentina en 2001. "A pesar del plan de rescate anunciado, a pesar de las ayudas a Grecia y a pesar de las pruebas de esfuerzo a la banca, la deuda de los países periféricos sigue presentando problemas. Y el crecimiento en Europa, especialmente en los PIGS [acrónimo de Portugal, Italia, Grecia y España], va a ser muy bajo e incluso negativo. El panorama asusta", dice. "Con esas deudas tan altas y con los planes de austeridad, la deflación es un riesgo serio. Y en esa tesitura, países como Grecia van a tener que reestructurar su deuda, y eso generará una nueva crisis fiscal: ya no es una cuestión de si va a ocurrir, sino solo de cuándo".

Llegan las bofetadas. Roubini considera que tanto el Banco Central Europeo como Alemania están usando políticas equivocadas, por decirlo de forma suave. "La tozudez del BCE, que se empeña en ver fantasmas de inflación, es un desastre para Europa y en particular para los países periféricos. El euro se ha ido por las nubes por la negativa del BCE a dar pasos en la compra de bonos parecidos a los de la Reserva Federal. Como siga en esa línea y el euro llegue a 1,60 por dólar habrá desaparecido cualquier posibilidad de recuperación, y probablemente veamos que junto a Grecia algún otro país tenga que pedir rescate. Irlanda y Portugal son los peor situados. España ha conseguido desmarcarse y está algo mejor, aunque está metida en otros líos".

Roubini nunca ha sido optimista con España. Al inicio de la crisis fiscal griega fue muy duro: "Si cae Grecia es un problema para la UE; si cae España es el desastre". Ahora rebaja la dosis: "España está mucho mejor que Grecia, y mejor que Irlanda o Portugal. Pero tiene una deuda privada enorme, un paro muy elevado que no va a bajar a medio plazo y un pinchazo inmobiliario en el que los precios aún tienen que caer más. Las pruebas de esfuerzo de la banca fueron muy positivas y la competitividad está mejorando, pero créame si le digo que los ajustes han sido duros pero probablemente tengan que ser aún más severos. Sobre todo si Alemania -con esa manía de la austeridad fiscal- y el BCE -incapaz de ser menos rígido- persisten en sus graves errores".

En fin, Roubini en estado puro: "El principal riesgo es la recaída en la recesión o un largo estancamiento, combinado con la deflación: con niveles de endeudamiento público y privado tan altos, eso supondrá suspensiones de pagos en familias, empresas, bancos y, finalmente, Gobiernos".

Hay quien dice que Roubini es como un reloj parado: con todo lo que dispara, acierta dos veces al día. Antonio Torrero, catedrático de la Universidad de Alcalá, asegura que al menos "tiene la valentía de ir a contracorriente" y apunta con tino que "además, da la impresión de venderse estupendamente". Rogoff, que durante años fue uno de sus valedores en la academia, ha explicado que "si uno está sentado junto a miembros del BCE y alguien pregunta qué es lo peor que puede ocurrir, lo primero que se oye es: veamos qué dice Roubini". Últimamente su fama le ha llevado al cine: aparece en Wall Street II y la aún no estrenada en España Inside Job.

Roubini, cómo no, tiene también un análisis sobre esa querencia del cine por la economía, por esa versión del capitalismo mágico de los tres últimos años, irreproducibles en un guión creíble. "No hay forma de hacer una buena película sobre el capitalismo. La realidad es más dramática, impredecible y sorprendente que cualquier película", concluye el oráculo, que esta semana viajó hacia Argentina para dar una de sus conferencias apenas unas horas antes de la muerte de Kirchner.


  Fuente: Periódico El País, España

  31 de Octubre de 2010